“Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.”
— 2 Corintios 3:17
Muchos viven con el cuerpo libre, pero con el alma encadenada. Las ataduras del pasado, los miedos del presente y las dudas del futuro aprisionan el corazón de los creyentes y los mantienen lejos de la plenitud que Dios ofrece. Sin embargo, la Palabra de Dios nos revela una verdad poderosa: donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.
Esa libertad no es solo emocional ni superficial; es espiritual, profunda y eterna. Es la libertad de adorar sin miedo, de caminar con propósito, de vivir con identidad en Cristo. Es la libertad de soltar lo que pesa, dejar atrás lo que hiere, y avanzar hacia lo que Dios ha preparado.
Hoy, el Espíritu Santo sigue obrando. No necesitas esperar un culto especial ni un momento perfecto: ahí donde estás, si abres tu corazón y clamas con fe, el Espíritu puede llenar tu vida y romper cada cadena que aún te retiene.
No te resignes a una vida cristiana limitada. ¡Vive en la plenitud de la libertad que solo el Espíritu puede dar!