Isaías 10:27
Isaías 10:27 – El Dios que rompe yugos «Acontecerá en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz, y el yugo se pudrirá a causa de la unción.» (Isaías 10:27, RVR60) El contexto histórico El profeta Isaías habló en un tiempo difícil para Israel y Judá. El […]

Isaías 10:27 – El Dios que rompe yugos

«Acontecerá en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz, y el yugo se pudrirá a causa de la unción.» (Isaías 10:27, RVR60)

El contexto histórico

El profeta Isaías habló en un tiempo difícil para Israel y Judá. El imperio asirio se había levantado como potencia mundial y ejercía presión constante sobre los pueblos más pequeños de la región. Dios, en su justicia, permitió que Asiria fuera instrumento de disciplina contra su pueblo rebelde (Isaías 10:5-6). Sin embargo, el mismo Señor anunció que esa opresión no sería para siempre.

El “yugo” en la antigüedad era un madero colocado sobre los animales para obligarlos a trabajar bajo control de otro. Así también Asiria cargaba a Israel con tributos, amenazas y violencia. Pero Dios prometió que el yugo sería roto. Históricamente, esto se cumplió cuando el ejército asirio fue derrotado sin que Judá levantara espada, porque “salió el ángel de Jehová y mató en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil” (Isaías 37:36). El Dios de Israel mostró que ningún imperio humano podía prevalecer contra su poder.

El sentido espiritual

Este anuncio no se limita al pasado. El mensaje del yugo roto atraviesa la Escritura y encuentra su plenitud en Cristo, el Ungido. La palabra “unción” aquí nos recuerda a la presencia y poder de Dios que libera a su pueblo. El mismo Jesús lo proclamó al iniciar su ministerio:
“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos…” (Lucas 4:18).

Así como Dios rompió el yugo de Asiria, Cristo rompe hoy los yugos de pecado, culpa y esclavitud espiritual. Él mismo invita: “Llevad mi yugo sobre vosotros… porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:29-30). Donde antes había opresión, ahora hay descanso en el Señor.

Una enseñanza para nosotros

En la vida cristiana muchas veces sentimos el peso de cargas que parecen imposibles de soportar: preocupaciones, tentaciones, cadenas del pasado. Pero la promesa de Isaías 10:27 sigue viva: el yugo se rompe por la presencia de Dios. No es nuestra fuerza, ni nuestras capacidades, sino la gracia del Señor la que nos libera.

Como metodistas pentecostales, creemos que esta unción no es teoría distante, sino poder real de Dios que se manifiesta en nuestras vidas. El Espíritu Santo sigue obrando hoy, quebrantando yugos, sanando heridas y dando libertad.

Conclusión

Isaías 10:27 nos recuerda que la opresión nunca tiene la última palabra. El Dios que rompió el yugo de Asiria es el mismo que, en Jesucristo, rompe nuestras cadenas y nos llama a caminar en libertad. Confiemos en Él, rindamos nuestras cargas a su presencia, y experimentemos la dulce realidad de que “si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Juan 8:36).